SÁBADO SANTO

Cofradía Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte

PROCESIÓN DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE 2020

Sábado Santo… La una en punto de la madrugada... Las calles de Toledo desérticas…Las puertas del Monasterio de San Juan de los Reyes cerradas… El Cristo de la Buena Muerte sólo, esperando…

¿Dónde están los cofrades que no han llegado al Monasterio? No se siente su revoloteo ni sus prisas corriendo por los claustros preparando la salida procesional. Sólo hay oscuridad y silencio. Llega un mensaje: “No hemos podido llegar. Todos nos hemos quedado en casa”. A lo lejos se escuchan susurrantes murmullos de oraciones, lamentos, dolor, angustia…

El Cristo no se resigna a quedarse este año en el monasterio. Hay mucha gente que necesita su presencia, su compañía. Ha decidido salir a la calle y Él sólo hacer el Viacrucis procesional, estación a estación, saliendo al encuentro de tantos que hoy no han llegado y que están sufriendo. Se ha bajado de la Cruz, se ha puesto su mascarilla, su bata y su guantes de látex y ha salido por las solitarias calles de Toledo. Pero ha variado su recorrido. Primero se ha acercado a los hospitales para aliviar a los enfermos en su dolor, para acompañar a los moribundos en su último halo de vida, para insuflar energía a los sanitarios y que no desfallezcan en su gran labor. Ha visitado las residencias de ancianos para pedir a nuestros mayores que no se rindan porque ellos han sido nuestro ejemplo de lucha y les esperan con cariño sus hijos y nietos. En su camino ha hecho una parada en los conventos, donde la oración, el recogimiento y los cánticos de salmos le han reconfortado. Ha entrado en cada uno de nuestros hogares, acompañando al que está solo, consolando al que está triste, fortaleciendo al débil, animando al que está decaído, sosegando al que está sobrepasado, abrazando al que está carente de afecto, alentando al temeroso, colmando de paciencia a los padres, tranquilizando y acunando a los niños.

Al alba regresa al monasterio. Ha tenido tanto trabajo esta noche… Ha sido tan largo y cansado el camino… Pero ha vuelto tranquilo y aliviado por todo lo que ha encontrado a su paso: derroches de entrega y solidaridad, amor y compromiso a raudales, afecto y ternura en exceso, oraciones y rezos infinitos… Y satisfecho esboza una sonrisa porque al final entendimos el mensaje que nos dejó: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Se ha despojado de su bata, su mascarilla y sus guantes y se ha vuelto a subir a la Cruz. Allí esperará paciente y complacido nuestra visita cuando podamos acudir a verle.

En estos momentos de zozobra y aislamiento, nos viene bien recordar las palabras de San Juan Pablo II en el aeródromo de Cuatro Vientos: “¡No tengáis miedo! ...No os desaniméis, no estáis solos, el Señor no dejará de acompañaros con su gracia y con su espíritu”. ¿Es que alguna vez lo hemos dudado? ¿No le hemos visto y sentido estos días más cerca que nunca a nuestro lado? ¡Depositemos nuestra confianza y esperanza en Él! ¡Santísimo Cristo de La Buena Muerte, cuida y ampara a tus hijos que te aclaman en estos momentos de angustia y dolor!

La Hermana Mayor